Avenidas del tiempo, de Izara Batres (poema del libro)

febrero 3, 2012

Por: Izara Batres

I

La luna está creciendo, con la nítida irrealidad

de un globo onírico.

Tiene un asombroso resplandor febril

que inunda la tierra.

Cuando cesa el rumor de su eco destrozado,

el mar se convierte en piedra.

Las calles,

las inmensas circunferencias que gravitan

cerca del núcleo,

vuelan en pedazos.

Y la ceniza de hielo baña la superficie;

su luz es blanca.

La muerte de una sonrisa exangüe.

Como en las mejores puestas de sol,

el aire tiene, entonces, una claridad distinta.

Lo que sentimos, lo que creemos;

todo lo que hemos visto, lo que hemos escrito

conforma una gigantesca burbuja de sentido.

Oscila, igual que el universo, en el inquietante juego

del azar,

junto al frío del invierno,

por los senderos malditos, elevados

como gotas suspendidas

en un instante de eternidad.

Y es, simplemente, como el primer día

y el primer destello,

naciendo, en su lujo impertinente,

del dolor y del fuego.

Ese crepitar del infinito que vienen a ser,

absurdamente,

las avenidas del tiempo.

 

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Izara Batres, ganadora del Premio Mundial de Poesía Fernando Rielo 2016, con el poemario «Tríptico». MUESTRA DE POEMAS de su libro anterior, «El fuego hacia la luz», con prefacio de Luis Eduardo Aute y Emilio Ruiz Barrachina

diciembre 27, 2011

Prefacio al libro, por Luis Eduardo Aute:

Arden estos poemas de Izara Batres y,  efectivamente, son «fuego hacia la luz», fuego que, en su viaje hacia la luz,  alimenta la voluntad de renacer de las propias  cenizas.

Original y complejo este poemario. Su título El fuego hacia la  luz es traducción al castellano de su nombre propio en euskera: Izarasua. La  metáfora se refiere a la esencia del hombre o del poeta: la llama que sueña ser  inmortal. Sin embargo, esta selección de poemas no es exactamente un  autorretrato, o no lo es siempre. Hay tramos que deben identificarse con su  itinerario biográfico, tanto emocional como reflexivo, y otros más alejados de  su vida en los que profundiza a través de la  imaginación. […]

Luis Eduardo Aute

Prólogo de Ruiz Barrachina:

«Amad hasta la muerte», es el último  verso del libro y perdonad que comience desvelándolo, pero es el broche que  cierra este collar de versos, circular, engastado con luces de Nueva York y  desgarros íntimos. Una poesía directa, sobria y profunda, teje los versos de  este poemario que destila color, otoño, melancolía, amor y esperanza entre sus  páginas. Izara Batres, con versos libres, afrontando una poesía sin tapujos, «nos sumerge en su idea del hombre elevándose hacia la esfera atemporal», según  sus propias palabras, «que mira más allá de las cosas y desea salir del  condicionamiento del tiempo y del espacio (y por supuesto de los  condicionamientos sociales) para ser realmente libre e inmortal» en su deseo de  vivir en la tranquilidad y la esperanza de quien sabe irrecuperable un esfuerzo  entregado al tiempo que no tiene retorno. […]

 

ALGUNOS POEMAS DEL LIBRO

I
El poeta y el tiempo

Una esfinge,
sobre el milagro nocturno
de la tierra azul,
baja sus párpados de infinito y arena.
Se suceden los instantes, las liras.
Despacio, el tiempo cierra el libro
de la luz y la belleza.
Algún deseo lejano, de medianoche,
volando hacia la inmensidad del fuego,
se derrama en versos.
El poeta y el tiempo,
como en una persecución errática,
mueren de suicidio,
por exceso de amor a la vida.

II.

Manhattan Blues

Dame la mano.

Ven conmigo para que te explique la fina trama de la ironía.

¿No es verdad que, a punto de la noche,

cuando el cielo se convierte en un océano de luces

bajo la ciudad de Nueva York,

tú enciendes un cigarro y respiras,

y dejas que las cosas bailen al compás de algún viejo blues?

¿Es cierto que, todavía, en Central Park

se desintegran los cometas,

y, más tarde, caminando por la Quinta Avenida,

los árboles son de otoño?

Tú nunca me contaste el secreto invisible

para hacer de esta distancia lo que hicimos;

para que, una vez, desde la ventana de uno de esos rascacielos

le dieras la vuelta a mi vida.

Es gracioso que recuerdes los paseos por Greenwich Village

entrelazados con la sutil fábula de niñez.

Y el puente de Brooklyn,

como un gigantesco caballo épico,

dorado y llameante,

cabalgando sobre las aguas de fuego, al atardecer.

La noche es una descomunal alfombra de versos

que has desnudado y tendido a nuestros pies

infinitas veces,

con un solo gesto de tus dedos.

Un solo brillo infinito con el que admirabas

los objetos de las tiendas antiguas,

y esa febril emoción

de las hermosas tardes de primavera frente al lago,

suspendidas en el tiempo.

Pero aquella pastelería,

en la que fuimos unos deliciosos chalados

en busca del aroma blando y caliente, al amanecer,

se ha confundido, absurdamente,

con el hormigón,

silenciada, como una estructura sin ojos.

Y nosotros…

¿nos hemos perdido?

Cuéntame esa pequeña inconsistencia

que te convierte en lo que me ayuda a respirar.

Me pareces de brisa cuando te imagino

con una copa elegante en la mano,

música jazz en tu apartamento de Frank Lloyd Wright,

el cuerpo esbelto, la gabardina,

y una mirada de miel, infinita, a través del cristal,

derramando melancolía

sobre las calles y los ritmos de Nueva York.

Memorias agridulces de los días felices,

del frenético esplendor en las avenidas,

y la sucesión de lunas y esfinges

que habitan las noches de la gran ciudad.

¿Crecerán, esta vez, las flores de primavera en Little Italy?

¿Regresarás a ese laberinto de imágenes

que es Broadway con la 42?

Escríbeme un verso y yo te regalo

la mejor de mis sinfonías.

Tal vez así lleguemos al acuerdo perfecto;

ése que no divide nuestros tiempos y nuestras vidas.

Y quizá yo esté ahí;

quizá yo llegue a mirarte desde la risa cálida,

bajo las ramas floridas o desnudas de los árboles,

en una de las cuatro esquinas.

Quizá esté enfrente, esperando,

con un ramo de flores, y el cuello de mi abrigo largo

desplegado, al modo de un dandi,

mientras los coches pasan,

y las mujeres bajan las escaleras con sus tacones.

Y entonces, tal vez, te recordaré con esa sonrisa tímida,

pero súbitamente turbadora,

el viento de Manhattan revolviéndote el cabello,

y, al fondo, el Hudson, y la antigua melodía del puerto.

Tus manos sobre el abrigo, mientras corres,

sólo una imagen fugaz,

juego de luces, los cables del puente,

algún turista en pinceladas,

yo diría estupideces;

y tus ojos sonreirían, con esa particular forma de contención

que abarca el mundo.

Ignoro si aquel aroma de hibisco sigue perfumando

el trozo de parque que nos prometimos,

mientras sonaba la vieja canción de jazz.

Pero déjame decirte que, una vez, tuvimos…

Quizá, una vez tuvimos

ese irónico, leve destello

que anuncia la eternidad.


Fragmento de la reseña sobre Avenidas del tiempo publicada en la Revista de Letras y Artes Galicia en Madrid, nº 85, invierno 2009

diciembre 22, 2011

«El lenguaje poético de Izara Batres se inscribe en la perfección tanto gramatical como en la de la preceptiva literaria, con imágenes de viva connotación en los planos semiológicos de expresión y contenido […]».

Por el catedrático de lengua y literatura y director de la publicación, Don Manuel Mourelle de Lema.


Presentación libro El fuego hacia la luz

diciembre 20, 2011

Esta tarde a las 19:30 en la Fundación Universitaria Española C/Alcalá 93


audio Izara Batres en la SER: Avenidas del tiempo

agosto 20, 2011

http://www.cadenaser.com/cultura/audios/jose-maria-cruz-novillo-leyenda-diseno-espana/seresc/20110224csrcsrcul_4/Aes/»>José


Reseña sobre Avenidas del tiempo, publicada en Revista Ariadna nº de enero 2009

agosto 20, 2011

En los poemas del libro “Avenidas del tiempo”, Izara Batres (1982) consigue que la carga emocional, la hondura de ideas y sentimientos, el planteamiento metafísico y la sensibilidad estética estén presentes desde el primer verso hasta el último.

La escritora y periodista alumbra, en su primer libro, las “avenidas” por las que transcurren el latido del ser y su búsqueda de sentido; la espiritualidad del sueño frente al hielo del desencuentro, los recovecos de la psique, las ironías de la realidad; la pasión y el dolor, la capacidad creativa y soñadora, la perspectiva crítica y el amor. Y lo hace trazando bellas imágenes, pues las ideas parecen estar dibujadas – tal es el dominio del lenguaje y la metáfora –, y logrando, a través de la variedad de temas e imaginería lírica, eliminar la monotonía en pro de una lectura ágil y atractiva.

[…] Con su “Homenaje a Eliot” ( “Hay una esfera de luz, jugando / con pinceladas de agua / Te elevas en la burbuja ingrávida / entre gotas de lluvia interminable), la autora nos obsequia con unas pinceladas psicológicas perfectas, vívidas, penetradas de lirismo, en un poema que podría convertirse en un potente soliloquio teatral. “Don Quijote” tiene un tinte crítico que destaca la ironía existente en la sociedad, en la que, probablemente, los considerados locos son los más cuerdos, y viceversa. Y es imposible leer “Avenidas del tiempo”, el poema que comparte título con el libro, sin que se inflame el pecho y las lágrimas acudan, como excitadas por una serie de emociones e imágenes tan naturalmente esculpidas en el papel que realmente parece que nos hayan trasladado a otro espacio-tiempo: “como en las mejores puestas de sol / el aire tiene, entonces, una claridad distinta / Lo que sentimos, lo que creemos; / todo lo que hemos visto, lo que hemos escrito / conforma una gigantesca burbuja de sentido”. […] “Avenidas del tiempo” es una lectura que recomendaré a mis alumnos sin dudarlo.

© Por: Lourdes Cano. Profesora de Literatura y Licenciada en Filosofía


Reseña sobre Avenidas del tiempo, 3 agosto 2009

agosto 19, 2011

Avenidas del tiempo’ Izara Batres • Ediciones Vitr.• 10 € Destellos de vida . Por Carlos Barrio

Joven poeta de maduros versos, plasma Izara Batres en este su primer libro los muchos caminos por los que transcurre el tiempo, el amor y el desamor, y el sentido tantas veces sin sentido de la vida. Rinde un largo homenaje a T. S. Eliot, se enfrenta a la nada y trata de tú a ese loco estupendo que el mundo le hizo parecer a Don Quijote: “Allí donde los relojes se deshacen/ hasta tocar el infinito del absurdo./ Allí donde mueren, entumecidas,/ las raíces de una historia degenerada,/ buscaste el sentido./ Buscaste un sentido”. Por sus poemas se deslizan también sueños y añoranzas, y el sur, como un solo concepto de lugar y tiempo, al que quiere volver “para ver el amor como lo dejamos”, y para mucho más: “Iré al sur,/ si tu no estás,/ y sabré que he soñado./ Que el tiempo fue un juego de luces./ Destellos de vida en el mar y en el barro”.

Publicada en nº 1736, 3 de agosto de 2009


Audio programa Poetas en el aire. Izara Batres

agosto 8, 2011

http://www.poetasenelaire.com/2010/02/10/izara-batres/


Del libro:

julio 29, 2011

II

El secreto de la naturaleza

Ella tiene la calma del mar y su furia serena.

Un océano de luz la separa del globo febril de tierra.

En sus ojos se cruza el sentido con la virtud de los amantes,

la densidad y las melodías.

Su cuerpo es la sabiduría de la mujer deidad;

esconde abismos de curvas y trazos aritméticos.

Sus palabras son peces llenos de luz, nadando hacia el núcleo

del caos y del equilibrio.

No tiene trabas, no ha aprendido a odiar los rudimentos de la convención y su óxido.

Vive ajena a la lucha por la nada, a la supervivencia del instinto.

Está desnuda.

Pero no toquéis, campanas estentóreas, no hagáis ruido todavía.

La pureza está, aún, enamorada de su alma.

Ella lo sabe.

Y, también, que no se lo perdonarán jamás.

 

III

Tenías la mirada eterna,

como las sirenas que invento en sueños.

Me preguntabas si amaba la noche

y te derramabas en luces.

Era en otro país.

Eran los tigres de noche,

y las estrellas en el tambor, a lo lejos.

El barco de coral inundaba el cielo,

cargado de risas.

Rugían las olas.

Un latido en el aire, golpeó,

salvaje como el universo.

Y entendí

que, al fin, el dolor

había perdonado a mi alma


RECITAL DE AVENIDAS DEL TIEMPO, EN LA CASA DEL LIBRO DE GRAN VÍA, EL 6 DE MAYO, JUEVES, A LAS 20 H.

mayo 1, 2010